El elemento clave para la supervivencia del capitalismo ha sido la transición de un modelo de producción globalizado a uno basado en el localismo. La globalización impulsó el crecimiento, pero obstaculizó la productividad. En cambio, el localismo, fortalece la resiliencia de las cadenas de suministro y remodela la producción, a pesar de posibles aumentos en la inflación.
La pandemia de covid-19 recordó las intervenciones estatales de la Segunda Guerra Mundial y la Guerra Fría. Durante esos períodos, el mundo exploró tres alternativas: nacionalismo en Europa y Japón; comunismo en Rusia y China; y una marcada política industrial, en los Estados Unidos. Este último, a diferencia del resto, no nacionalizó empresas, sino que a través de estímulos fiscales colaboró con la industria relacionada con su seguridad nacional.
Hoy, en un mundo multipolar, la política fiscal e industrial impulsa la economía más que el estímulo monetario. Durante la primera Guerra Fría, Europa y Rusia confiaron en campeones nacionales, mientras que Estados Unidos vio una alineación formidable entre el Estado, las agencias de seguridad y las corporaciones. Ahora, en una nueva guerra fría con China y diferentes actores, el panorama económico ha vuelto a cambiar.
El cambio en la dominación económica
Durante la Guerra Fría, los sectores dominantes fueron el automotor, el petrolero, el gasífero, la manufactura, los bienes de consumo, la tecnología emergente y telecomunicaciones. General Motors, Ford, Standard Oil y General Electric estuvieron a la vanguardia, impulsando la economía estadounidense y proporcionando empleo en Estados Unidos.
El sector manufacturero fue la columna vertebral, produciendo bienes tanto para uso doméstico como para exportación. El surgimiento de la cultura de consumo impulsó el crecimiento de empresas que producen bienes de hogar y productos alimenticios, mientras que las empresas de tecnología y telecomunicaciones tempranas como IBM y AT&T comenzaron a sentar las bases para un crecimiento futuro.
El sector salud experimentó un crecimiento significativo debido al envejecimiento de la población, avances en la investigación médica y aumento en el gasto en servicios. Los servicios financieros evolucionaron con innovaciones en banca digital y sistemas de pago, facilitando el comercio global, la inversión y el gasto del consumidor.
El sector energético sigue siendo vital, aunque se ha diversificado con un creciente énfasis en fuentes de energía renovable junto con el petróleo y gas tradicionales. ExxonMobil y Chevron siguen desempeñando roles cruciales, gracias a la revolución del gas de esquisto.
Principales diferencias y adaptaciones
El cambio más notable a lo largo de las décadas es el surgimiento del sector tecnológico, que estaba en pañales en la década de 1960, pero que ahora incluye algunas de las empresas más grandes e influyentes del mundo. La expansión del sector de la salud se debe a cambios demográficos y avances tecnológicos en la atención médica. Los servicios financieros han experimentado una transformación significativa, con pagos digitales e innovaciones fintech.
La manufactura, una vez dominante, ha visto un declive relativo en importancia debido a la globalización y el cambio hacia una economía basada en servicios. Sin embargo, sigue siendo una parte esencial de la estructura económica, adaptándose a nuevas tecnologías y métodos de producción. El sector de bienes de consumo sigue evolucionando con las preferencias cambiantes del consumidor y el surgimiento del comercio electrónico, manteniendo su importancia en la economía moderna.
A medida que navegamos por esta nueva era de competencia económica, el sesgo de supervivencia del capitalismo subraya la importancia de la adaptabilidad y la innovación. Los sectores y empresas que prosperan son aquellos que pueden pivotar y responder a las dinámicas globales cambiantes.
Las lecciones del pasado resaltan la necesidad de un enfoque estratégico que equilibre los intereses nacionales con las oportunidades globales, asegurando que las políticas económicas de hoy puedan resistir las incertidumbres del mañana.
En este contexto, la alineación de las políticas estatales con las capacidades industriales, como se vio en Estados Unidos durante la Guerra Fría, proporciona un modelo para estrategias económicas contemporáneas. Fomentando la colaboración entre el gobierno y la industria, las naciones pueden crear economías resilientes capaces de resistir los desafíos de un mundo multipolar.
Empresas que lideran la oportunidad del localismo
La globalización fue una fuerza tremenda para el crecimiento y la democratización de las innovaciones de la Guerra Fría, pero también coincidió con períodos de productividad decreciente. Es probable que el localismo traiga altos costos de transacción y oleadas inflacionarias, pero también representa una oportunidad para reconfigurar el modelo de producción global. El impacto real de la inteligencia artificial en la manufactura, los nuevos materiales y la automatización creará numerosas oportunidades.
Estados Unidos: Tesla Inc (TSLA), Parker-Hannifin Corporation (PH), GE Aerospace (GE), Illinois Tool Works Inc (ITW), Northrop Grumman Corporation (NOC), Lockheed Martin Corporation (LMT), Raytheon Technologies Corp (RTX), Emerson Electric Company (EMR) y Caterpillar Inc (CAT).
Japón: Toyota Motor Corporation (7203.T), SMC Corporation (6273.T), Mitsubishi Heavy Industries (7011.T), Keyence Corporation (6861.T), Mitsubishi Electric Corporation (6503.T), Kawasaki Heavy Industries (7012.T), IHI Corporation (7013.T), Yokogawa Electric Corporation (6841.T) y Komatsu Ltd. (6301.T).
Alemania: Volkswagen AG (VOW3.DE), Festo SE & Co. KG (privada), MTU Aero Engines AG (MTX.DE), Siemens AG (SIE.DE), Rheinmetall AG (RHM.DE), Airbus SE (AIR.DE), ThyssenKrupp AG (TKA.DE) y Liebherr Group (privada).