Los verdaderos motores de la creación de riqueza
Guillermo Valencia
May 23, 2024 11:52:54 AM
La innovación es la verdadera fuerza detrás del progreso. Cuando la humanidad se atreve a repensar los principios fundamentales de la existencia, desbloqueamos el potencial para la creación de riqueza exponencial. Sin embargo, esto requiere de un fundador visionario.
Un fundador, llevado al mundo de Joseph Campbell, escritor de ‘El héroe de las mil caras’, es quien lidera el origen de algo totalmente nuevo. En ese arquetipo encaja el inversionista, Jim Simons, creador del fondo Renaissance Technologies; Steve Jobs, con Apple; Bill Gates, con Microsoft; Peter Thiel, con Palantir; Elon Musk, con Tesla y SpaceX; Pavel Durov, con Telegram y David Vélez, con NuBank.
Como describe Campbell, los fundadores marcan una nueva era, construyen nueva religión, una nueva ciudad, una nueva forma de vida. Para descubrir algo nuevo, se debe abandonar el viejo modelo y buscar una idea semilla, una idea germinal con el potencial de dar lugar a una gran innovación.
La creación es el proceso de transmutación de energía más poderoso que poseen los seres humanos y, por ende, la mayor fuente de riqueza.
El desafío es que estas epifanías, si no se conectan e integran, siguen siendo fugaces. Por lo tanto, el mundo no solo necesita innovadores, sino también personas que puedan combinar estas innovaciones con elementos existentes o aplicarlas de maneras inesperadas.
Sin embargo, el poder de la innovación no termina ahí. Cuando las combinaciones se agotan, el enfoque cambia a la optimización, la imitación y la eficiencia. El ganador es quien tiene la cadena de suministro más eficiente y la mejor estructura de costos.
Por otra parte, la imitación tiene un costo significativo. En algún momento, los jugadores más grandes desarrollan monopolios y participan en una competencia tan feroz que el único camino para crecer es a través de la confrontación.
Cuando una civilización o empresa no logra crear algo nuevo, su destino es la guerra o el conflicto.
Las tasas de interés sirven como un barómetro crucial que indica el nivel de tensión en la sociedad. Las caídas históricas en los precios de los bonos del Tesoro señalan que estamos entrando en un nuevo régimen similar al período entre la Segunda Guerra Mundial y el clímax de la Guerra Fría en los años setenta.
El gráfico muestra las caídas del S&P 500 en rojo y los T-Bills de tres meses en negro. Mi tesis es que estamos repitiendo el período de la Guerra Fría. Aunque hay oportunidades tácticas en los bonos del Tesoro, la tendencia a largo plazo es un mercado bajista de varias décadas. Por el contrario, las acciones representan una verdadera oportunidad. Las caídas son frecuentes, pero cada descenso allana el camino para nuevos máximos.
¿Cómo debería asignarse el dinero en un mundo tan tenso? Imagine que una familia con diez millones de dólares, con el 50 % en bienes raíces debido a la naturaleza de su negocio. Después de décadas de carteras diversificadas con resultados limitados, deciden invertir así:
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25% en un mercado monetario.
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20 % en acciones de tecnología y materias primas estratégicas.
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5 % en los sectores más innovadores. Es decir: Economía exponencial.